Nace el 20 de Diciembre de 1994 con el objetivo principal de cubrir las necesidades de las familias de la calle en la ciudad de Battambang (Camboya).Tras el genocidio perpetrado en este país, la falta de recursos hacía del ingenio la mejor arma. A los heridos y amputados se les suministraba el agua de coco por vía intravenosa.
Este líquido estéril y rico en glucosa salvó la vida a muchas personas y ellos quisieron adoptarlo como señal de identidad. Posteriormente aumenta su ámbito de incidencia a Madagascar siempre con una clara orientación hacia la infancia y sus necesidades. En todos estos años de trabajo más de 40.000 personas se han beneficiado de sus proyectos, repartidos en 3 continentes.
Actualmente Agua de Coco tiene como misión contribuir a la mejora de la calidad de vida de los colectivos en situación de exclusión social en países del Sur. Hacen especial incidencia en la infancia y su entorno familiar, apostando por la educación inclusiva como motor de desarrollo.
Para ello llevan a cabo proyectos de cooperación al desarrollo en países como Madagascar, Camboya o Brasil y proyectos y actividades de sensibilización y educación al desarrollo desde las delegaciones de Andalucía, Asturias, Cataluña, Castilla la Mancha, Comunidad Valenciana y Madrid. A nivel internacional, Agua de Coco ha creado una red de trabajo que comparte los mismos valores y ejes de actuación.
A través de las giras no solo se permite a los niños conocer otras culturas y realidades viajando fuera de su país, sino también sensibilizar al público europeo sobre la situación de pobreza extrema que padecen las familias y el entorno de las integrantes del coro con el objetivo que unos y otros puedan contribuir al desarrollo de Madagascar.
Quiero hacer un fuerte reconocimiento a todas aquellas personas que se encuentran lejos de nuestras fronteras con un fin social, haciendo una labor extraordinaria y desinteresada pero a la vez muy enriquecedora personalmente. Valientes que han iniciado un camino que muchos no seriamos capaces de emprender.
Los que nos quedamos aquí se nos hace muy dura la espera. Las fechas señaladas cuestan algo más pero los recuerdos están ahí de lunes a domingo, 24 horas al día. Mi “héroe” lleva más de la mitad de su vida dedicada a los demás. Me quito el sombrero pero nunca mis mis pulseras, mi puerta más directa hacia Ambovombe.

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